Un juzgado de 1º Instancia de Nueva York deja en un limbo jurídico el asunto de la deuda externa argentina, al favorecer a un fondo de inversión especulativo. Aquí algunas claves para seguir el enredado tema, en el que el país pagó pero los acreedores no cobraron.
¿Argentina puede pagar o no puede pagar su
deuda?
Desde el año 2003 (un año después de haber
declarado la quiebra) Argentina ha venido pagando todos sus compromisos
internacionales. Desde esa fecha hasta ahora se han pagado algo así como
190.000 millones de dólares. Acaba de cancelar la primera parte de su deuda con
el Club de París. Y ha depositado en los bancos encargados de pago el monto
correspondiente a los bonos de la deuda que ahora se menciona como impaga.
¿Por qué los tenedores de la deuda
Argentina no pueden cobrar?
Es falso que no cobren por impago de
Argentina. No cobran por una resolución de un juzgado de 1º instancia de la
ciudad de Nueva York (a cargo de Thomas Griesa) que impide que los bonistas
cobren su dinero hasta tanto Argentina y un grupo de fondos especulativos
financieros se pongan de acuerdo. La resolución judicial se ha impuesto sobre
la legislación argentina, europea y sobre los contratos comerciales
establecidos según la legislación internacional.
¿Puede un juez de Primera Instancia
intervenir y ser una instancia superior a la legislación internacional?
En cualquier país del reconocido como
“mundo occidental”, la acción de Griesa sería inválida por dictar sentencia
sobre un ámbito que no es de su competencia. Por ejemplo: no le puede imponer a
la banca europea que no cumpla con su obligación de pagarle a los bonistas el
dinero que ya depositó Argentina. Y no puede imponerle a la banca extranjera
radicada en Argentina que ha contraído obligaciones con los bonistas de acuerdo
a la legislación Argentina, que no les pague. Un ejemplo de esto último es la
imposibilidad de Repsol de cobrar parte de sus bonos. Un dinero que Argentina
depositó en el Citibank y que Griesa bloqueó en un primer momento y luego
autorizó el pago. Esto que explicó, está ampliamente comentado en las páginas
de opinión editorial de las últimas ediciones del New York Time.
¿Ese dinero que depositó Argentina en la
banca internacional para afrontar el pago a los bonistas puede ser embargado o
sustraído para favorecer el pago a los fondos especulativos?
Los fondos ahora mismo no se pueden tocar
porque jurídicamente pertenecen a los bonistas. No se hacen efectivos porque la
banca pagadora es temerosa de las sanciones posibles o probables que le puedan
imponer la justicia de Nueva York. Y no se pueden tocar, porque los bonistas no
son parte del juicio. La situación tiene algo de ridículo, porque los bonistas
son damnificados en una causa judicial en la que no participan ni pueden
personarse como parte interesada.
¿Qué pueden hacer los bonistas para cobrar
sus bonos?
Ahora se da una situación particular o nada
común. Si demandan a Argentina por impago, la causa no prosperará porque Argentina
depositó el dinero en tiempo y forma en la entidad que ambas partes acordaron
como banca pagadora. Si demandan a la banca pagadora por incumplir el
compromiso asumido, tal vez tendrían alguna probabilidad de ganar. Pero la
conducta de la justicia neoyorkina en todo este proceso hace difícil prever
cuál sería la acción que tomaría.
¿Por qué Argentina no quiere cumplir el
fallo del Juzgado de Primer Instancia de Nueva York?
(No perdamos la
perspectiva del rango del juzgado. Es importante para entender el despropósito)
Porque cumplirlo significa desarmar toda la
ingeniería financiera que organizó el pago de la quiebra del país en 2002.
Desarmar esa ingeniería y aceptar la resolución judicial significa multiplicar
por 4 el monto total de la deuda.
¿Por qué se produce ese aumento?
Porque en la reestructuración de la deuda
se produjo una quita en el monto, entendiendo que muchos de esos bonos habían
sido adquiridos casi sin valor por ser papeles impagos. De todos modos, en
cualquier país de nuestro entorno, cada vez que se reorganiza el pago de una
deuda se producen algunas quitas, tanto sea en el ámbito privado como público.
Por ejemplo: en la primera reestructuración de deuda del diario El País de
Madrid, se produjo una quita del 23 %. Y en la segunda reestructuración que se
produce en estos días, la reducción será de un 27%. Ese proceso, normal en
situaciones de quiebra o dificultad financiera y voluntad de pago por el
deudor, es lo que hizo Argentina. Romper el acuerdo al que accedieron el 92.4 %
de los tenedores de deuda argentina significa volver a un valor ficticio de los
bonos.
¿Cuántos son y qué reclaman los fondos
especulativos que litigaron y ganaron el juicio en Nueva York?
Hay un 6,6 % de tenedores de bonos que no
entraron en la reestructuración de la deuda, pero los litigantes en este caso
son apenas el 1% de los propietarios de bonos. Esos bonos fueron adquiridos en
el mercado como “bonos basura” (sin valor financiero) hace unos 6 años. La
resolución judicial, al exigir el pago nominal con los intereses de mora,
significa que el Fondo de Inversión ganará un 1.600 % en ese período. Argentina
les ofreció ingresar el sistema de canje de deuda que les garantiza un 300% de
beneficios como rendimiento en ese período. Como puede verse, el rendimiento es
impresionante, tanto en el primer caso como en el segundo, según las cifras del mercado internacional
actual.
UNA NOTA AL PIE en toda esta maraña
jurídica y financiera: Según el derecho internacional un acuerdo entre partes
no puede afectar a terceros. El fallo judicial neoyorkino deja como principales
damnificados a los tenedores de bonos de la deuda externa argentina que no son
parte en el litigio.
UNA SUPOSICIÓN. Tal como lo dijera en dos oportunidades en
la última semana el diario The New York Time, la confianza sobre el sistema
judicial norteamericano está comprometida por los errores procesales y la
incongruencia del fallo. La ciudad de Nueva York es el centro mundial de
transacciones financieras en bonos soberanos o públicos, así como la City
londinense es el centro financiero privado internacional. Ese lugar que detenta
Nueva York ahora es puesto en duda por todos los países emergentes.
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