lunes, 25 de agosto de 2014

MATAR POR MATAR, MORIR POR MORIR, MATAR Y MORIR AL MISMO TIEMPO

La ejecución del periodista norteamericano James Foley a manos de un tal John, un yihadista de la Guerra Civil siria, es un hecho escalofriante. El objetivo de mostrar el degüello en cámara fue cumplido. La idea de venganza cumplió su cometido. Pero hay otra historia en este suceso, que supera la venganza por la venganza misma y que castiga por igual a los protagonistas.  

 
Hay hechos confusos, procesos psicológicos inexplicables para el caminante común. La ejecución del periodista James Foley por un tal John es uno de esos. No alcanzan las razones ideológicas y el peso religioso. El que mata – aunque se mueva, hable y camine – sabe que está muerto y también sabe que matará a un inocente. Es inocente en tanto que de él no dependen ni dependieron las causas por las que Siria entro en esa guerra civil y tampoco tiene mucho peso en las razones por las que el poder económico y político “occidental” se la agarró con el mundo islámico. El que mata lo sabe.


Sabe que su acto es un simbolismo en toda regla. Sabe que esa muerte es un “juego virtual” de mensajería. Y sabe también que el que tiene de espaldas frente a sí, no es un símbolo, no es producto virtual. Lo sabe porque lo siente respirar y, en este caso, lo oyó decir el mensaje que previamente pactó. Sabe también que es un hombre que se despide sin querer irse.

El que mata, también debe suponer que en ese mismo acto está matando a otros que no conoce, no sabe qué piensan y aun menos de sus realidades materiales y afectivas. Pero los mata igual. Los mata por acción indirecta, por amputación de partes sensibles, por aniquilación de afectos, por cauterización violenta de emociones. ¿Matará por enajenación religiosa? ¿Matará por fanatismo aún más fuera de carril? ¿Matará porque no puede discernir entre imagen y realidad? ¿O matará porque es tan miserable que no puede rebelarse ante la voz de mando, de un mando que no conoce y que lo azuza desde el “poder de la fe”?   Entonces en este caso, matará por debilidad mental.

Lo cierto es que el que mata, mata. Aquí no hay eufemismos ni juego ni realidad virtual. Una vida se ha ido sin más causas que un puñado de expresiones que hacen las veces de explicaciones. Explicaciones que pretenden mostrar una causa y se exhiben con la arrogancia de “causa justa”.

Pero la verdad es que el que va a morir no sabe porqué va a morir. Una serie de pensamientos inconexos deben servirle para afrontar el momento, la mayoría banales; tales como que no debería haber estado en ese sitio o que si hubiera hecho tal cosa entonces no lo hubieran apresado. Lo único que sabe es que va a morir. Tiene una vaga idea de que no estará más en los lugares que conoce a través de sus sentidos y es probable que evalúe alguna explicación, deseo y tal vez entusiasmo sobre un “mundo” que no conoce y prefiere que exista, que esa esperanza le sirva de consuelo para tomar con entereza, integridad, el momento de su muerte. Tal vez todo eso le sirva para no desintegrarse moralmente en la despedida, para no descomponerse materialmente por el miedo. Debe tener miedo, pero eso no lo sabremos nunca.

Lo cierto es que el que va a matar sabe que va a matar y el que va a morir sabe que va a morir, aunque hasta el último suspiro espere algo que evite lo inevitable. Los dos saben – en distintos niveles y vividos en forma diversa – que el acto es injusto. No hay nada personal entre ellos. No se conocen, jamás se cruzaron en sitio alguno, cada uno desconoce el nombre del otro. Pero en ese momento que muestra la foto, ambos están confundidos en el mismo acto que ninguno eligió y que decidió “Otro” en algún sitio que no conocen y no conocerán. El que viva, luego de los instantes fatales, tampoco vivirá más. Porque a la ceremonia de la muerte se asiste una sola vez, tanto sea como víctima o como verdugo.    


jueves, 7 de agosto de 2014

PARA ENTENDER QUÉ OCURRE CON LA DEUDA EXTERNA ARGENTINA



Un juzgado de 1º Instancia de Nueva York deja en un limbo jurídico el asunto de la deuda externa argentina, al favorecer a un fondo de inversión especulativo. Aquí algunas claves para seguir el enredado tema, en el que el país pagó pero los acreedores no cobraron.


¿Argentina puede pagar o no puede pagar su deuda? 


Desde el año 2003 (un año después de haber declarado la quiebra) Argentina ha venido pagando todos sus compromisos internacionales. Desde esa fecha hasta ahora se han pagado algo así como 190.000 millones de dólares. Acaba de cancelar la primera parte de su deuda con el Club de París. Y ha depositado en los bancos encargados de pago el monto correspondiente a los bonos de la deuda que ahora se menciona como impaga. 



¿Por qué los tenedores de la deuda Argentina no pueden cobrar?


Es falso que no cobren por impago de Argentina. No cobran por una resolución de un juzgado de 1º instancia de la ciudad de Nueva York (a cargo de Thomas Griesa) que impide que los bonistas cobren su dinero hasta tanto Argentina y un grupo de fondos especulativos financieros se pongan de acuerdo. La resolución judicial se ha impuesto sobre la legislación argentina, europea y sobre los contratos comerciales establecidos según la legislación internacional. 


¿Puede un juez de Primera Instancia intervenir y ser una instancia superior a la legislación internacional?


En cualquier país del reconocido como “mundo occidental”, la acción de Griesa sería inválida por dictar sentencia sobre un ámbito que no es de su competencia. Por ejemplo: no le puede imponer a la banca europea que no cumpla con su obligación de pagarle a los bonistas el dinero que ya depositó Argentina. Y no puede imponerle a la banca extranjera radicada en Argentina que ha contraído obligaciones con los bonistas de acuerdo a la legislación Argentina, que no les pague. Un ejemplo de esto último es la imposibilidad de Repsol de cobrar parte de sus bonos. Un dinero que Argentina depositó en el Citibank y que Griesa bloqueó en un primer momento y luego autorizó el pago. Esto que explicó, está ampliamente comentado en las páginas de opinión editorial de las últimas ediciones del New York Time. 


¿Ese dinero que depositó Argentina en la banca internacional para afrontar el pago a los bonistas puede ser embargado o sustraído para favorecer el pago a los fondos especulativos?


Los fondos ahora mismo no se pueden tocar porque jurídicamente pertenecen a los bonistas. No se hacen efectivos porque la banca pagadora es temerosa de las sanciones posibles o probables que le puedan imponer la justicia de Nueva York. Y no se pueden tocar, porque los bonistas no son parte del juicio. La situación tiene algo de ridículo, porque los bonistas son damnificados en una causa judicial en la que no participan ni pueden personarse como parte interesada. 


¿Qué pueden hacer los bonistas para cobrar sus bonos?


Ahora se da una situación particular o nada común. Si demandan a Argentina por impago, la causa no prosperará porque Argentina depositó el dinero en tiempo y forma en la entidad que ambas partes acordaron como banca pagadora. Si demandan a la banca pagadora por incumplir el compromiso asumido, tal vez tendrían alguna probabilidad de ganar. Pero la conducta de la justicia neoyorkina en todo este proceso hace difícil prever cuál sería la acción que tomaría.  


¿Por qué Argentina no quiere cumplir el fallo del Juzgado de Primer Instancia de Nueva York? 
(No perdamos la perspectiva del rango del juzgado. Es importante para entender el despropósito)


Porque cumplirlo significa desarmar toda la ingeniería financiera que organizó el pago de la quiebra del país en 2002. Desarmar esa ingeniería y aceptar la resolución judicial significa multiplicar por 4 el monto total de la deuda. 


¿Por qué se produce ese aumento?


Porque en la reestructuración de la deuda se produjo una quita en el monto, entendiendo que muchos de esos bonos habían sido adquiridos casi sin valor por ser papeles impagos. De todos modos, en cualquier país de nuestro entorno, cada vez que se reorganiza el pago de una deuda se producen algunas quitas, tanto sea en el ámbito privado como público. Por ejemplo: en la primera reestructuración de deuda del diario El País de Madrid, se produjo una quita del 23 %. Y en la segunda reestructuración que se produce en estos días, la reducción será de un 27%. Ese proceso, normal en situaciones de quiebra o dificultad financiera y voluntad de pago por el deudor, es lo que hizo Argentina. Romper el acuerdo al que accedieron el 92.4 % de los tenedores de deuda argentina significa volver a un valor ficticio de los bonos. 


¿Cuántos son y qué reclaman los fondos especulativos que litigaron y ganaron el juicio en Nueva York?


Hay un 6,6 % de tenedores de bonos que no entraron en la reestructuración de la deuda, pero los litigantes en este caso son apenas el 1% de los propietarios de bonos. Esos bonos fueron adquiridos en el mercado como “bonos basura” (sin valor financiero) hace unos 6 años. La resolución judicial, al exigir el pago nominal con los intereses de mora, significa que el Fondo de Inversión ganará un 1.600 % en ese período. Argentina les ofreció ingresar el sistema de canje de deuda que les garantiza un 300% de beneficios como rendimiento en ese período. Como puede verse, el rendimiento es impresionante, tanto en el primer caso como en el segundo, según  las cifras del mercado internacional actual.  


UNA NOTA AL PIE en toda esta maraña jurídica y financiera: Según el derecho internacional un acuerdo entre partes no puede afectar a terceros. El fallo judicial neoyorkino deja como principales damnificados a los tenedores de bonos de la deuda externa argentina que no son parte en el litigio. 


UNA SUPOSICIÓN. Tal como lo dijera en dos oportunidades en la última semana el diario The New York Time, la confianza sobre el sistema judicial norteamericano está comprometida por los errores procesales y la incongruencia del fallo. La ciudad de Nueva York es el centro mundial de transacciones financieras en bonos soberanos o públicos, así como la City londinense es el centro financiero privado internacional. Ese lugar que detenta Nueva York ahora es puesto en duda por todos los países emergentes.

FUIMOS ENORMEMENTE FELICES (A pesar de la derrota)


Cada vez que aparece un nieto desaparecido, entonces volvemos sobre la historia de los padres que están desaparecidos y ya sabemos que nunca aparecerán, no volverán, no cobrarán vida, como es el caso de cada aparición de un joven que encuentra su identidad. 

Cada vez que eso ocurre no dejo de emocionarme. No tanto por la identidad recuperada, sino porque me conmueve leer otra vez la historia de vida de esos padres que no están y no estarán. Ellos son parte de mi generación y yo me siento parte de ellos. Me ocurre lo mismo cada 24 de marzo, el aniversario del golpe militar. 

Ese día se rompió una ilusión, se quemaron las esperanzas y se enterró en lugar desconocido la posibilidad de una Argentina que todavía no alcanzamos a pesar de los 30 años de democracia. El final de nuestro proyecto como juventud, como nueva generación, fue de la peor manera. La palabra trágico es tibia al lado de los hechos. Pero en la distancia – como miembro de esa generación –, siento que éramos, fuimos, enormemente felices. Fuimos capaces, desde la propia adolescencia, de construir un cuerpo de ideales que muchos años más tarde fueron el rumbo de la  sociedad argentina. No inventamos nada. Recogimos lo mejor de la historia e intentamos ponerlo en práctica. No fue posible. Pero fuimos enormemente felices. Hoy vemos asombrados cómo la historia da una revancha y el río vuelve a tener el impulso de otros tiempos. 

No es verdad – como le gusta remarcar a la derecha recalcitrante – que todos fuéramos montoneros y adhiriéramos a movimientos guerrilleros. Quienes formaron parte de estos grupos fueron una minoría a la que le gustaba arrogarse la representación de toda una generación. Personajes siniestros como Firmenich viven hoy en Barcelona disfrutando de una vida que muchos de mi generación quisieran tener. Pero no comparto la historia de “Los Dos Demonios”; la guerrilla por un lado, el terrorismo de Estado por el otro. 

La guerrilla nunca dejó de ser una expresión equivocada en la lucha por las libertades y la democracia. Pudo ser resuelta la controversia por la vía judicial. No era necesario matar una generación entera y enterrar con ella – por extensión – a los padres y familiares de esa generación. Pero ambos bandos se quieren arrogar una representatividad que no es tal. 

En los diarios de hoy, 6 de agosto de 2014, se presenta a Oscar Montoya y Laura Carlotto (padre y madre del nieto recuperado 114, el nieto de Estela de Carlotto, presidente de la ONG Abuelas de Plaza de Mayo) como miembros de la organización Montoneros, cuando en realidad eran miembros de la Juventud Universitaria Peronista, una organización estudiantil. Ser montonero, formar parte de la organización Montoneros, era otra cosa.  A los militares les gustaba meternos a todos en la misma bolsa para justificar el genocidio. Y a personajes de pocas luces intelectuales, como la dirección de Montoneros, les gustaba que les adjudicaran una representatividad que no habían conseguido por mérito propio. La calificación no me pertenece. Es del periodista Horacio Verbitsky, expresada en el documental “Paco Urondo, La Palabra Justa” cuando se refiere a la pregunta ¿Por qué una mente lúcida y limpia como la de Urondo podía obedecer órdenes de gente de tan pocas luces como al dirección de montoneros? Se refiere al hecho de que la dirección de Montoneros lo envió a Mendoza donde sabía que lo iban a matar, como así ocurrió. 

Nunca he sido peronista ni lo soy. Pero tuve grandes amigos en la Juventud Universitaria Peronista de Económicas en la UBA. Doy fe que nunca formaron parte de la organización  Montoneros, pero varios de ellos están desaparecidos bajo la acusación de ser guerrilleros o terroristas. Y Montoneros nunca se ocupó de decir “no forman parte de nuestras filas”. 

El tiempo pondrá las cosas en su lugar. Porque no somos ni la "Generación de Plomo" ni la "Generación Perdida".

domingo, 22 de junio de 2014

NUESTROS PAISANOS, LOS INDIOS



El cartel que acompaña esta crónica está al final de una exposición sobre la vida, conquista y sometimiento de los indios fueguinos en el Museo Etnográfico de la Universidad de Buenos Aires. Sin decirlo, increpa al espectador sobre un tema crucial en la identidad cultural de la sociedad argentina. En este país es frecuente afirmar en tono de humor que “los argentinos descienden de los barcos” en referencia a la gran inmigración europea de la segunda mitad del siglo XIX y el primer cuarto del XX. 


La frase, irónica, sobre el origen identitario argentino, es consecuencia de una serie de mitos “históricos” que se resumen en expresiones tales como “Argentina es un país sin identidad” o “Somos europeos, la nuestra es una sociedad transplantada. No hace falta más que ver a la gente en la calle”. Y en el mejor de los casos el pensamiento común es el de “no se sabe qué somos”. 

En todos los casos, se ha naturalizado que la sociedad argentina no tiene nada que ver con los pueblos indígenas, originarios del actual territorio argentino. Y se da por sentado que la conquista española borró para siempre todo vestigio étnico. Pero una serie de datos significativos nos indican otra dirección de los acontecimientos históricos, culturales y biológicos.

La frase que sirve de título a la crónica pertenece al nombre del  libro escrito por Carlos Martínez Sarasola. Una formidable investigación sobre el universo de las comunidades indígenas argentinas. La expresión la toma el autor de una arenga del General José de San Martín a sus tropas el 27 de julio de 1819, en plena lucha por la independencia. “… y sino andaremos en pelotas como nuestros paisanos los indios: seamos libres, y lo demás no importa nada”. Pero la palabra “indios” se perdió en el devenir de los acontecimientos y la construcción del Estado y los verdaderos indios no recibieron nunca la categoría de compatriotas, algo que Martínez Sarasola remarca en el prólogo. 


Todo el poder institucional español dejó de existir el 20 de febrero de 1813. Ese día se produjo su derrota en la batalla de Salta y el abandono definitivo del actual territorio argentino por fuerzas políticas y militares leales a España. Para esa fecha, el 70 por ciento de lo que hoy conocemos como Argentina estaba habitado por comunidades indígenas.

Estrechos corredores entre Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Mendoza y San Juan o Buenos Aires, Córdoba, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy o las poblaciones ribereñas sobre los ríos de La Plata, Paraná, Uruguay y Paraguay eran territorio dominado por lo que se ha dado en llamar el “hombre blanco” en oposición a la palabra indígena. El resto, lo que hoy podemos visualizar en cualquier mapa escolar, era territorio indígena. No había asentamientos de españoles o europeos. Pero en todas las ciudades mencionadas había población negra esclava, indios mestizados y sometidos al trabajo; es decir, la población no era exclusivamente “blanca”. No hay datos sobre la cantidad de población indígena en la época. Recién en 1869 se hizo algo parecido a un censo; se los contó desde el punto de vista militar, tanto así como saber cuántos indios había del otro lado de la frontera. Se los contó en número aproximado como enemigos.

Cristina Messineo dice en la presentación del trabajo de la Universidad de Buenos Aires “Lenguas indígenas y lenguas minorizadas” que “se estima que antes de la llegada de los españoles a América, en lo que es hoy el territorio argentino, se hablaban unas 35 lenguas indígenas. Actualmente existen sólo 13, agrupadas en seis familias lingüísticas”

Escalas comparativas para determinar el color de ojos, cabello y piel para establecer la tipología racial.
Escalas comparativas para determinar tipologías raciales.
Es evidente que algo pasó y la explicación aproximada de lo que sucedió puede estar en estas afirmaciones de Martínez Sarasola en la obra citada: “La misma historia evidencia el desmoronamiento paulatino de nuestra población aborigen, ya sea por acción directa (las campañas militares) o por omisión (la no elaboración y ejecución de políticas, que permitieron la “desaparición natural” de estas comunidades)”.


Sobre campañas militares no alcanzaría la vida para leer todas las que hubo contra el indio. Se sabe y es conocido el genocidio monumental que fue la denominada “Campaña del Desierto”  emprendida por el general Julio Argentino Roca entre 1878 y 1885. Pero hubo otras anteriores. No fue Roca el autor de ese tenebroso eufemismo de llamar “Desierto” a un territorio ampliamente habitado.

Un comerciante y empresario devenido en cronista viajero, William Mac Cann, dice en el capítulo IV de su libro “Viaje a caballo por la provincias argentinas”:Le estaba reservado al general Rosas, imponerles un verdadero escarmiento con su expedición de 1833. Esta expedición alcanzó tanto éxito, que su jefe, al volver, fue llamado por todos el Héroe del Desierto. La guerra los hubiera exterminado, pero los mismos indios pidieron la paz. El vencedor no se proponía otro objeto; una vez que los hubo aterrorizado -al punto de que temblaban a su solo nombre- muy de buena gana hizo la paz, pero imponiéndoles la ley”.

En el mismo capítulo explica con claridad meridiana el pensamiento dominante sobre el aborigen: “Nada revela mejor la superioridad de una raza sobre otra, que lo siguiente: los indios poseen todavía un territorio mucho más extenso que el poseído por los habitantes de raza española; eso no obstante, reciben como  limosna el auxilio que se les presta”.

Y en el capítulo X, refiriéndose a los modos de viajar entre las actuales capitales de provincia de Santa Fe y Córdoba, reconoce sin problemas que los territorios eran indios. Dice: “Los preparativos del viaje a Córdoba nos llevaron un día entero. Esta ciudad dista ochenta leguas de Santa Fe. Antiguamente existía un camino público y seguro que las comunicaba, pero de un tiempo a esta parte, según dije, los indios del Chaco han recobrado muchos de sus antiguos dominios; el camino está casi abandonado y expuesto a los asaltos de los salvajes; de ahí que el viajero no pueda aventurarse sino con armas convenientes y bien preparado a la defensa”.  

Mac Cann recogió información 1842 y 1845. Ese año regresó a Inglaterra y en 1846 apareció en Liverpool la obra con el título “The present position of affairs in the River Plate” y la firmó con el pseudónimo “A Merchant”.

En la cartografía de 1867 que acompaña la obra de Víctor Martín De Moussy “Descripción Geográfica y Estadística de la Confederación Argentina”, se puede ver claramente que el territorio argentino estaba habitado en sus dos terceras partes por comunidades indígenas. De Moussy cita nombres de tribus que hoy no reconocemos.  A propósito de esta inmenso trabajo de relevamiento decía De Moussy en la propuesta que le hizo al entonces presidente Justo José de Urquiza: “… todos conocen cuan desconocido es en Europa, sino también en América Meridional misma, el interior de las provincias argentinas”. Es evidente que las propias autoridades desconocían la dimensión del territorio y sus habitantes.  

El Gran Chaco. Territorios indígenas del norte.
Y sobre su trabajo escribió después:Nuestras exploraciones comprenden las catorce provincias de la Confederación Argentina, nos han costado cuatro años enteros de viajes. Hemos recorrido el país en todas direcciones”. La obra se publicó en París entre 1860 y 1868 bajo el nombre de Descripcion physique, geographique et statistique de la Confederation Argentine, y constaba de tres volúmenes con abundantes datos estadísticos y una cartografía completa del actual territorio argentino. Varios de estos mapas los pueden ver en el siguiente enlace https://www.flickr.com/photos/sarmiento-cm/sets/72157644873254070/.  Son fotografías propias tomadas de la edición “Librairie de Firmin Didot Frères. Fils et Cie” de 1873 propiedad de la biblioteca del Instituto de Geografía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. 

La cartografía deja en claro que el tan mencionado desierto no era ningún desierto. El sociólogo Marcelo Musante se pregunta en su ponencia “El discurso como herramienta de un proceso social genocida”, publicado por la Comisión Provincial por la Memoria de Chaco: “¿Qué significa esa idea de desierto? ¿Qué significa ese “Impenetrable Chaqueño? ¿Para quién es impenetrable? ¿Acaso para los Tobas y Wichis que viven, comen y llevan siglos en sus entrañas? ¿O es para los que no pueden acceder fácilmente a esos montes entreverados a colonizarlos?

La frase del museo con la que empieza esta nota ha sido siempre factor de debate, aunque se haya naturalizado que – a diferencia de otros países sudamericanos – acá no había indios o se extinguieron o fueron muertos por los españoles. Martínez Sarasola dice en el prólogo de su libro “Nuestros paisanos, los indios: “La “cuestión indígena” fue siempre harto debatida en nuestro país. Cíclicamente fue centro de interés e innumerables discusiones. Como si fuera menester debatir la idea de dignificar de una buena vez la vida de un sector crónicamente postergado por la sociedad argentina”.

Y agrega: “Salvo excepciones – que siempre coinciden con los interregnos democráticos – los indígenas no fueron considerados compatriotas, aberración que hoy, con grandes esfuerzos, está comenzando a ser superada”.

Es posible. Al menos la frase del museo intenta de que el visitante se pregunte: ¿qué fue de nuestros indios?

jueves, 29 de mayo de 2014

¿QUÉ ES UN PERIODISTA?




Un periodista es solo la expresión de la propia sociedad en la que vive. 
Y como también vive en ella, entonces interfiere en su propia construcción, si por construcción se entiende tomar nota y divulgar las esperanzas, ilusiones, frustraciones y todos los quiebres que la ideología y el conocimiento subyacente – auténtico o no – determinan el rumbo que esa propia comunidad ha elegido tomar.

Un periodista es estar y no estar. Es recoger e inferir. Es atragantarse por la vorágine de la vida del pueblo al que pertenece. Un periodista es esa manera de estar a mitad de camino entre el asesinato y la consolación.

Un periodista es solamente eso. Es como la vida. Es como la gente. A veces es su propia manera de ser. Y otras veces... Es como la vida, la gente, el pueblo, el ciudadano, la ciudad, el campo, una villa.

Y otras veces es su propia conciencia.

Pero esa conciencia siempre está a mitad de camino  entre lo que es y lo que debería ser.

Pero si no fuera así, las comunidades o sociedades no serían lo que son. Cada una de ellas ha necesitado o ha sido tributaria del testimonio de un periodista.

Un periodista es solo la expresión vulgar, canalla y claramente comprensible de todas las complejidades que hoy conocemos cuando salimos de nuestra casa.


Si estos comentarios o definiciones no coinciden con lo que habitualmente vemos en los grandes medios audiovisuales, el oficio no es el culpable sino la víctima.

En esos casos funestos, es recomendable rescatar esta frase de Tomás Eloy Martínez dicha en la conferencia “Periodismo y narración: desafíos para el siglo XXI” en 1977: “El periodismo nunca es un mero modo de ganarse la vida sino un recurso providencial para ganar la vida”

La ilustración pertenece a   http://www.e-faro.info/   

miércoles, 21 de mayo de 2014

QUIÉN ES LA JUEZ QUE INVESTIGA LA REPRESIÓN DURANTE EL FRANQUISMO


EL 14 DE ABRIL DE 2010 HIZO LUGAR A LA DENUNCIA DE DARÍO RIVAS CANDO E INÉS GARCÍA HOLGADO,  PARA INVESTIGAR CASOS DE REPRESIÓN, TORTURA Y DESAPARICIÓN DE PERSONAS DURANTE EL FRANQUISMO. AHÍ COMIENZA LA CAUSA Nº  4.591/2.010,   CARATULADA “N.N. s/ genocidio”.
ANTE LOS IMPEDIMENTOS DE LA JUSTICIA ESPAÑOLA, LA JUEZ AHORA ESTÁ EN ESPAÑA TOMANDO DECLARACIÓN A LAS VÍCTIMAS.   





Nunca nadie ha durado tanto tiempo en el cargo del Juzgado Federal nº1 de la ciudad de Buenos Aires: veinticuatro años y con viento de popa. Su juzgado además, tiene asignada las competencias electorales en la capital de Argentina, lo que la ubica en lugar privilegiado para dictaminar sobre la vida política de este país. A María Romilda Servini de Cubría el cargo le ha dado trato directo con cinco presidentes, todos los líderes políticas desde 1990 a la fecha y ha sido la encargada de intervenir en todas las disputas internas que hayan existido en todos los partidos, movimientos y frentes electoral del último cuarto de siglo de Argentina.



No es de carácter fácil, no es sencillo para sus colaboradores el día a día por su temperamento fuerte aunque de trato cordial, algo que reconocen hasta sus enemigos. Estos también remarcan como principal virtud que no tiene sospechas de haberse enriquecido en su cargo, algo extraño en un país donde todos los estamentos de poder están marcados por la corrupción. Todos los jueces federales nombrados durante la década de 1990, durante la presidencia de Carlos Menem, están o estuvieron sospechados de corrupción o enriquecimiento ilícito. Algunos fueron investigados y procesados pero ninguno condenado. María Romilda Servini de Cubría siempre estuvo al margen de estos avatares y sospechas. 



Los nuevos tiempos políticos le reconocen un mérito que durante años estuvo casi escondido. Fue la única jueza que durante la Dictadura Militar de 1976/83, (la que hacía desaparecer a los enemigos, a los sospechosos, a los posibles sospechosos y hasta los apáticos) recuperó y entrego a sus familiares a hijos de desaparecidos buscados por las Abuelas de Plaza de Mayo. Estela de Carlotto, su presidenta, ha remarcado cientos de veces su gesto, su comportamiento y que fuera la única autoridad judicial que las recibiera durante los años “negros” del último gobierno militar. “Desde 1977 en adelante nunca nos cerró la puerta del juzgado” dijo Carlotto. Servini de Cubría muestra orgullosa una carta de agradecimiento de esa organización.



“En mi juzgado las demandas se tramitaban como era debido”, le dijo a la periodista Marta Dillón del diario Página 12 en marzo de 2002. “Los dos primeros chicos restituidos fueron en mi juzgado, Emiliano Hueravillo en 1977, y Cecilia Méndez en 1976. Fui la única jueza que atendió a las Abuelas de Plaza de Mayo en plena dictadura y ellas mismas pueden decirlo, tenían una lista y fuimos buscando. Era lo que correspondía que hiciera”.



Estos hechos tienen un valor adicional cuando su biografía dice que está casada con un brigadier retirado de la Fuerza Aérea.  Este parentesco la llevó a excusarse en las causas por la represión ilegal de la Dictadura. Servini de Cubría no ha intervenido en ningún juicio de represión, tortura o crímenes de lesa humanidad cometidos entre 1976 y 1983.



A esta juez se le discute su carácter, su forma de relacionarse en la judicatura, pero no su idoneidad y perseverancia. Ha intervenido en causas de mucho impacto y complejidad. Michael Townley (el agente de la CIA y la DINA, policía política chilena del régimen de Pinochet), le confesó en noviembre de 1999 cómo preparó y realizó el asesinato, en 1994, del ex jefe del ejército chileno Carlos Prats y su mujer en Buenos Aires, a pedido del régimen pinochetista. Investigó la quiebra fraudulenta del Banco Internacional de Crédito y Comercio en 1991 (BCCI, por sus siglas en inglés), de capitales saudíes y de Abu Dabi. La 7º entidad bancaria internacional en su momento, confesó sus actividades de lavado de dinero proveniente del tráfico de armas y la droga. Servini de Cubría desnudó la conexión local de Gaith Pharaón, principal accionista de la entidad, y su relación con el gobierno argentino.



Es una juez dispuesta a estar en el lugar de los hechos. En la década del 1980,  siendo juez subrogante en un juzgado penal, intervino en varios motines carcelarios destacándose su presencia en las prisiones en el momento de los hechos. En los levantamientos populares del 19 y 20 de diciembre de 2001 de Buenos Aires – cuando quebró la economía argentina – estuvo en la Plaza de Mayo para observar el accionar de la policía. “A mí me mintieron el 20 de diciembre. Quisieron engañarme, pasarme por encima. Me comuniqué temprano con los responsables y me dijeron que estaba todo bien, todo tranquilo.” Dijo días después de los hechos. Un año después reconoció en un reportaje que “…resulta que cuando llego al despacho del juzgado me entero por la radio que están tirando los caballos encima de la gente. Entonces le dije a mi chofer, vamos a la Plaza a ver qué pasa.”  



María Romilda Servini nació en 1937 en San Nicolás de los Arroyos, a 237 km de Buenos Aires. Nieta e hija de abogados. Su abuelo fue camarista y su padre juez en un tribunal civil y comercial. Su padre también tuvo un estudio jurídico en sociedad con Ramón Subiza, abogado que supo ser uno de los secretarios privados del general Perón. Una prima suya, Clara Servini García, fue diputada nacional por el peronismo. Datos que muestras cierta versión de familia acomodada en una ciudad de provincia y de vínculos políticos con el peronismo, movimiento que ha gobernado la mayor parte de los períodos democráticos. A esa suerte de “linaje” socio-político se le atribuye que haya sido la presidenta Isabel Perón (la viuda del general que heredó el poder en 1974) quien le asignó su primer cargo de juez en el fuero de minoridad en 1976, un mes antes de ser derrocada por los militares. Y que fuera el presidente Menem (también peronista) el que le asignara en 1990 el juzgado que dirige hoy. En este país, los contactos políticos son importantes para avanzar en los casilleros de la justicia, pero la juez no tiene acusaciones fundadas de haber devuelto los favores, a pesar de hacer tenido más de 30 pedidos de enjuiciamientos por mal desempeño, 16 de ellos por la instrucción de su primera causa de envergadura, el “Yomagate” en 1990/1991, un episodio policial de lavado de dinero del narcotráfico que incluía entre los imputados a la cuñada del presidente Menem. Por este caso recibió un apercibimiento por errores procesales y una multa por una cuantía casi simbólica (60 pesos) por parte de la Corte Suprema. En el resto de los casos no fue sancionada.



Se casó con el entonces capitán de la Fuerza Aérea Juan Tomás Cubría en 1959, un año después de haberlo conocido mientras estudiaba abogacía en la Universidad de Buenos Aires. “Me casé antes de recibirme, a los 21. Tuve a mi hijo mayor, estuve en el extranjero dos años porque mi marido era agregado ayudante en la embajada de Brasil, y cuando volví, en el ‘63, con un chico de casi cuatro años, decidí terminar las materias de escribanía que era lo primero de lo que me podía recibir y me conformé con eso”, contó a Marta Dillon en Página 12.  Luego decidió continuar con los estudios de abogacía aprovechando la disciplina de estudios de su hermano. Cuando se graduó ya tenía su segundo y último hijo. Luego puso todo su empeño en la judicatura.



“En cuanto tuve la oportunidad, entré en la carrera judicial. La escribanía era muy sacrificada, preferí ganar menos y tener un sueldo fijo pero no abandonar a los chicos de la mañana a la noche. Fui la primera mujer que entró en la justicia penal, como defensora. Eran siete hombres y yo, todos muy buenos compañeros. Fui la que más iba a la cárcel y los presos siempre tenían un regalito para hacerme, una medallita con mi nombre, alguna artesanía. La mía era sangre joven y entusiasta”, dijo en el reportaje de Página 12. 



Luego quedan algunos datos para la anécdota. Fue “Reina de la Primavera” en la escuela Normal, donde se graduó de maestra aunque nunca ejerció. “Desde chica quería ser abogada, jugábamos con mi hermano a los abogados”, dijo en un reportaje. Es timonel aunque nunca aprobó el examen final en la Escuela Nacional de Náutica. Tiene un barco mediano que navega los fines de semana. Colecciona figuras de búhos. Tiene encuadernada toda la información de prensa relativa a las causas en que intervino. Y no piensa jubilarse. “Seguiré mientas el cuerpo me lo permita”, dice.